Instagram @cruzroja_mx/ Mehmet Kacmaz

El terremoto afectó a las provincias vecinas de Adıyaman, Kilis, Osmaniye, Gaziantep, Malatya, así como a Şanlıurfa, Diyarbakır, Adana y Hatay, donde residen alrededor de 13.5 millones de personas, incluidos unos 2 millones de refugiados sirios.

 

Varias réplicas siguieron y un segundo gran terremoto azotó la región después de 9 horas con una magnitud de 7.5 causando graves daños adicionales y la destrucción de los edificios dañados.

Según informó Reuters, hasta este día, se ha elevado el número de muertos por el terremoto. En Turquía, las cifras ascienden a 6, 234 muertos, con 37, 011 heridos. Mientras tanto, en Siria la cifra ha ido subiendo a 8, 704. Se espera que siga aumentando.

El mundo se estremece con las historias de las víctimas

Las imágenes de edificios colapsados han recorrido el mundo y con ellas, las historias de las víctimas, algunas llenas de esperanza y otras desalentadoras.

Fue así como circuló la imagen de un padre sosteniendo la mano de su hija que quedó atrapada luego de que su edificio colapsara con el terremoto.

Los hechos ocurrieron en Kahramanmaras, Turquía y muestra a Mesut Hancer, vestido con una chaqueta de alta seguridad, sentado sobre un montón de escombros mientras sujeta la mano de su hija Irmak, que sobresale por debajo de un trozo de concreto que cayó sobre su cama. Lamentablemente se ha reportado que la joven de 15 años perdió la vida.

La región de Kahramanmaras fue una de las regiones más afectadas. Los rescatistas han estado excavando sin parar entre los escombros para llegar a posibles sobrevivientes.

En la parte baja de la ciudad, donde los edificios son predominantemente más antiguos y los daños son peores, se escucha el ruido de las excavadoras tratando de remover escombros.

Aunque se ha logrado sacar un importante número de personas con vida, se reporta que la mayoría de las veces los rescatistas están sacando cuerpos.

De acuerdo con el testimonio a CNN de un hombre que trabajaba como voluntario en uno de los hospitales de Kahramanmaras, hasta el miércoles habían unos 350 cuerpos en la morgue que no habían sido recogidos por familiares porque sus familiares también habían muerto.

Para los sobrevivientes lo único que queda es esperar mientras el reloj avanza y el tiempo por encontrar vida entre los escombros se agota.